La boca ácida por el vómito,
el cuero áspero...
un ojo tatuado en el antebrazo,
un libro,
el cabello desordenado, y los ojos cansados.
Su posición, rodilla al piso, apoyando su mano sobre esta para levantarse.
el ojo le avisa:...Ahí viene...
la sonrisa demencial, el ansia de sangre, la vuelta de las cadenas,
el sonido del suspiro latente,
las lagrimas, y el frío.
Arma en el suelo un código arcano de ritual,
se prepara para encerrarlo...
Su ojo tatuado nunca le miente, es una antigua marca de los heráldos del norte perdido.
Ahora le toca armar los preparativos para las batallas subsiguientes si desea hacer vivir el último rincón del marchito Enervaneileksen, la ciudad perdida de los resurrectos.
Las marcas licantrópicas de la tribu oeste aún se pueden palpar en las murallas de la caída Londres, así como las escrituras mayas y aztecas.
Los plazos se cumplen, y el Amor aguarda en casa,
no puede fallar...
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